Formación integral y evaluación - Educación alternativa

Monday, March 06, 2006

 

Pedagogía

LA NOTA Y EL PARCIAL
Artículo publicado en “El Espectador” , 22 de febrero de 1989, p. 3
Por Yezid Soler B

Las actitudes contradictorias que suscita el parcial escrito hacen pensar que algo no marcha bien en esta forma de evaluación educativa.
En la mayoría de los casos las relaciones primarias de temor y nerviosismo se convierten, al terminar el examen, en manifestaciones de vacío y desconcierto que pueden dar paso a la ira y a la frustración cuando la nota es muy baja; surgen entonces las protestas; que los parciales son escueleros, que son muy subjetivos, que son una tortura, que el maestro es una cuchilla, etcétera. Se dice que si, que eso puede ser cierto pero que, como se evalúa a la gente, como se garantice que trabaje, como se sabe si ha estudiado o no; interrogantes que nos remiten a una pregunta mas general; ¿han existido siempre los parciales? Y si no, ¿Cómo aparecieron?.

Nuestros antepasados prehispánicos nunca necesitaron parciales y notas para educarse. Las nuevas generaciones aprendían el arte de la vida y supervivencia por ejemplo espontáneo de los mayores y los conocimientos se transmitían en la conversación cotidiana, como sigue ocurriendo con la sabiduría popular. Las cosas cambiaron con la implantación del sistema español y en especial cuando aparecieron los internados, los “colegios mayores” y demás instituciones y practicas asesorias con el tirón de orejas, la remisión al confesionario y el peor de los casos, el escarnio publico. El régimen académico lo consignaron en una frase muy expresiva: “la letra con sangre entra”, es decir, había que forzar e imponer la “letra” y con ello los conceptos y costumbres del poder gobernante, sin hacer reparos en los métodos empleados. “Decirle a un niño vamos a la escuela, o a ver al maestro, era lo mismo que decirle: vamos al presidio o al enemigo, llevarle y hacerle vil esclavo del miedo y del tedio”. (Simón Bolívar). [2]

El examen oral era el preferido, pero ya por ese entonces el parcial escrito hacía su aparición. Con el surgimiento y la consolidación del capitalismo, el sistema se fue “democratizando”. Al hacerse extensiva la preparación de mano de obra se adoptaron los sistemas de escala fabril al aparato productivo. Al igual que en la fabrica, se confinó la población estudiantil en espacios de cuatro paredes, llamados salones, y a su interior como la producción en serie, se le asignaba a cada alumno un puesto de trabajo en un lugar delimitado por el pupitre, distante del coordinador o maestro, quien permanece distante del conjunto y por lo general al lado del tablero.[3]

La masificación educacional concedió la primacía al parcial escrito frente a la prueba oral, que exigía tiempo ahora incompatible con la nueva estructura. Las actividades de grupo se fueron extinguiendo, la intercomunicación convirtiéndose en algo esporádico y en general, las relaciones se hicieron más impersonales. La evaluación en cadena se intensificó y el eslogan implícito paso a ser la “letra con parcial entra”. Así, el estudiante al igual que en el pasado, entra a la sesión de tortura a rendir indagatoria sobre preguntas que abarcan un fragmento del conocimiento aprendido. Viene la lucha desesperada por usar y abarcar el reducido espacio disponible, la consabida “copialina”, exponiéndose a la temida sanción: el cero, lo cual indica que no sabe nada o es cero, es decir, no es nada. Al terminar el periodo académico, el estrés y la conmoción llega a su máximo grado, cualquier palabra errada o retardo en grupo da lugar al reproche y a la discusión, en fin, el proceso violentador adquiere su máxima expresión.

De manera que hay motivos para pensar que el parcial no es la forma mas adecuada para evaluar. Es represivo e individualizado. Es repetitivo y memorizador, no hay posibilidad de cuestionamiento de las respuestas y menos de las preguntas; luego, el parcial también parcializa. A la pregunta de cómo garantizar que la gente estudie y como evaluar, anteponemos la pregunta como se interesa la gente en el conocimiento y la practica social.

El proceso educativo es un proceso de intercambio de conocimientos en muchas direcciones. Pequeños interrogantes e intervenciones de cualquier persona pueden convertirse en objeto de investigación científica. ¿Por qué cae la manzana?, se preguntó una vez Newton, y la respuesta al interrogante lo llevó a descubrir las propiedades de la ley de gravedad. Hasta los niños de preescolar pueden enseñar, e incluso “rajar” a los adultos: ¿De donde venimos? ¿Cómo nacen las estrellas? O preguntas mas terrenales como: ¿Por qué los buses van tan llenos? ¿Por qué un señor lleva gorra y pistola?, llevan a reconocer que las respuestas no son nada fáciles, sobretodo sin van seguidos de otros porqués y como no es posible contestar satisfactoriamente muchas preguntas, debemos aceptar modestamente que el conocimiento y la ciencia son relativos y también las pautas de evaluación reflejadas en las notas.

En el sistema educativo tradicional, por lo general se concibe al educando como un objeto donde el instructor “deposita” conocimientos en cómodas cuotas llamadas clases y al cabo de un tiempo solicita al estado de cuenta que refleja en la nota el nivel de rendimiento depositado. Se dan casos en que por dos décimas o cinco centésimas el estudiante no sabe la materia y debe repetirla. Al contemplar los elementos subjetivos que entran en la nota el problema se complica. El estado de ánimo del calificador puede llegar a reflejarse en la nota. En otros casos un trabajo excesivo altera aun más el seguimiento de unas pautas de evaluación. En ocasiones la nota ha sido usada con fines personales o políticos para ganar adherentes o también combatir opositores.

Pensando que hay formas mejores que en el parcial escrito para evaluar, y que permiten además dinamizar el proceso de aprendizaje, estimular la solidaridad grupal y de paso libren al maestro de la autotortura que significa leer y releer los más diversos e intrincados caracteres escritos nerviosamente, delineamos algunas soluciones alternativas.

Probablemente el mejor sistema de clases es el de lanzar interrogantes, que sirve simultáneamente como método de evaluación y auto evaluación. El grado y calidad de participación del curso lo indicara. Si se quiere especificar, se pueden conformar grupos para la discusión y solución de determinados problemas en el mismo salón, en casa o también en trabajos de campo. Los grupos pueden participar también en la exposición de temas ante el curso en su conjunto. Y se quiere especificar aun más, se puede combinar con la asignación de trabajo individual para realizar en los extramuros. Pero si aun existen dudas, lo mejor es conversar personalmente mientras se toma un tinto. Aunque al comienzo la evaluación y trabajo colectivo presenta complicaciones y dificultades, a medida que se avanza en su práctica, la experiencia va ganando en riqueza y variedad siendo cada vez más difícil encasillarla en palabras.

En cuanto a la nota, por el momento podemos dejar las cosas como están. Si acabamos con las notas, la administración encargada de su registro y procedimiento se haría innecesaria y aumentaría aun más el desempleo.

Notas:
[1] Docente. Economista de la Universidad Nacional de Colombia. Magíster en Teoría y Política Económica de la Universidad Nacional de Colombia.
[2] Simón Bolívar. Obras completas. Caracas. 1980
[3] Pink Floid refleja esta situación en “The Wall”
Fuente diseño gráfico: http://www.rupestreweb.info/introduccion.html
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